window.arcIdentityApiOrigin = "https://publicapi.elpais.portalmineiro.net";window.arcSalesApiOrigin = "https://publicapi.elpais.portalmineiro.net";window.arcUrl = "/subscriptions";if (false || window.location.pathname.indexOf('/pf/') === 0) { window.arcUrl = "/pf" + window.arcUrl + "?_website=el-pais"; }¿Cuánto tiempo puede esconderse el terrorista más buscado del mundo? | Televisión | EL PAÍSp{margin:0 0 2rem var(--grid-8-1-column-content-gap)}}@media (min-width: 1310px){.x-f .x_w,.tpl-noads .x .x_w{padding-left:3.4375rem;padding-right:3.4375rem}}@media (min-width: 89.9375em){.a .a_e-o .a_e_m .a_e_m .a_m_w,.a .a_e-r .a_e_m .a_e_m .a_m_w{margin:0 auto}}@media (max-width: 35.98em){._g-xs-none{display:block}.cg_f time .x_e_s:last-child{display:none}.scr-hdr__team.is-local .scr-hdr__team__wr{align-items:flex-start}.scr-hdr__team.is-visitor .scr-hdr__team__wr{align-items:flex-end}.scr-hdr__scr.is-ingame .scr-hdr__info:before{content:"";display:block;width:.75rem;height:.3125rem;background:#111;position:absolute;top:30px}}@media (max-width: 47.98em){.btn-xs{padding:.125rem .5rem .0625rem}.x .btn-u{border-radius:100%;width:2rem;height:2rem}.x-nf.x-p .ep_l{grid-column:2/4}.x-nf.x-p .x_u{grid-column:4/5}.tpl-h-el-pais .btn-xpr{display:inline-flex}.tpl-h-el-pais .btn-xpr+a{display:none}.tpl-h-el-pais .x-nf.x-p .x_ep{display:flex}.tpl-h-el-pais .x-nf.x-p .x_u .btn-2{display:inline-flex}.tpl-ad-bd{margin-left:.625rem;margin-right:.625rem}.tpl-ad-bd .ad-nstd-bd{height:3.125rem;background:#fff}.tpl-ad-bd ._g-o{padding-left:.625rem;padding-right:.625rem}.a_k_tp_b{position:relative}.a_k_tp_b:hover:before{background-color:#fff;content:"\a0";display:block;height:1.0625rem;position:absolute;top:1.375rem;transform:rotate(128deg) skew(-15deg);width:.9375rem;box-shadow:-2px 2px 2px #00000017;border-radius:.125rem;z-index:10}} Ir al contenido
_
_
_
_
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Cuánto tiempo puede esconderse el terrorista más buscado del mundo?

Netflix estrena una miniserie documental vertiginosa sobre la caza de Bin Laden y el trabajo del espionaje de Estados Unidos para dar con él antes del décimo aniversario del 11S

Joe Biden y Barack Obama en una imagen de 'Cacería implacabe: Bin Laden'.
Manuel Jabois

Cofer Black, director del Centro de Antiterrorismo de la CIA, estaba irando poco antes de las nueve de la mañana el “hermoso día” que hacía el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. “Era un día precioso y soleado, el cielo estaba completamente azul”, dice a las cámaras de Netflix en el documental Cacería implacabe: Bin Laden. Sin embargo, algo perturbaba su visión: un agujero negro enorme en una de las Torres Gemelas. “Debe de ser el peor piloto del mundo. ¡Con el día tan claro que hace!”, pensó. En ese momento sonó su teléfono. Un agente de inteligencia estaba en la otra torre, y recibió una información delicada: “Pude ver el sistema de control del vuelo: fue un choque intencionado”. Y más: “Ha habido otro impacto, debo abandonar mi puesto”. George Tenet, director de la CIA, avisó de que había que evacuar la agencia. A Black le pareció bien, pero su unidad, dijo, se quedaba. Aquello tenía toda la pinta de ser una agresión externa, y Cofer Black dirigía un centro dedicado a prevenirlas. “Somos soldados, si hay que morir, se muere”. Y así fue cómo, en media hora, Black pasó de irar el estupendo día en Nueva York, a considerar su propia muerte y la de todo su equipo.

Mientras, Michael Morrell, informador diario de la CIA del presidente George Bush, se acerca al oído de su jefe en la escuela de Sarasota, Florida, en la que Bush lee con el aula el cuento La cabritilla mascota, la historia de una niña cuyo padre tiene una cabra como mascota que ayuda a atrapar a un ladrón. Morrell le dice que un avión se ha estrellado contra una de las torres y que todo parece indicar que es un accidente. La lectura continúa (los niños en coro, Bush con ellos) y la CIA informa a su agente: fue un avión comercial grande. Y luego, otro avión comercial en otra torre. Morrell se vuelve a acercar a Bush, en medio del acto con los niños, y le informa del segundo impacto: “América está siendo atacada”. El presidente ya no lee ni canta, sino que se queda escuchando a los niños absorto. A su lado, Morrell tiene una preocupación: ¿y si otro avión secuestrado por los terroristas se está dirigiendo al colegio?

El despegue del Air Force One con Bush dentro fue extraordinariamente en vertical para evitar ataques. Sobrevoló el golfo de México un buen rato escoltado por cazas que tenían el objetivo de interponerse si se lanzaba un misil tierra aire contra el avión presidencial.

Osama bin Laden en una imagen de 'Cacería implacabe: Bin Laden'.

Un avión más se estrelló contra el Pentágono. Y a otro secuestrado por los terroristas, el United 93, llegaron noticias de para qué se estaban utilizando los aviones secuestrados. Así que los pasajeros, conscientes de que iban a morir, se enfrentaron a los asesinos y consiguieron estrellarlo antes de que llegase a su destino, el Capitolio. Las conversaciones de esos pasajeros con sus familias ponen los pelos de punta, así que quedémonos con una más ligera, la de una mujer que, probablemente en los primeros momentos, deja este mensaje en un contestador: “Parece que hay un problemilla en el avión”. Es desoladora la conversación con la torre de control.

–United 93, ¿alguna información?

–Sí, está en tierra.

–¿Cuándo ha aterrizado?

–No ha aterrizado

Cuenta atrás

Así arranca, a un ritmo de crucero y bien montado, una música tensa y algunas, pocas, imágenes inéditas del día de los ataques (impresionante que todavía aparezcan algunas), el documental American Manhunt (Cacería implacable: Bin Laden), sobre un asunto trillado del que nunca se podrá contar toda la verdad, pero sí aproximarse a ella de manera efectiva: ¿cuánto puede aguantar escondido el terrorista más buscado del mundo por los mejores servicios de espionaje? 3.519 días, casi nueve años.

El 11S, Estados Unidos ya conocía el nombre de su enemigo público número 1. La revisión de la lista de pasajeros dio con un nombre vagamente conocido y relacionado con Al Qaeda. La Casa Blanca no tuvo dudas: Osama Bin Laden llevaba años queriendo atacar Estados Unidos e intereses estadounidenses. Se lo dijo Keller a Bush: “No fue un Estado, fue Al Qaeda, apostaría el futuro de mis hijos a que fue Bin Laden”. Así que la cuenta atrás se puso en marcha de manera inmediata para encontrarlo. Incluyó aquello el bombardeo de un país, Afganistán, la demolición del régimen que le daba cobertura, el de los talibanes, y el registro sobre el terreno, cueva a cueva, de Tora Bora en búsqueda del líder de Al Qaeda.

La miniserie documental cuenta con fuentes extraordinarias, algunas de ellas anónimas. Casi todas relacionadas con los servicios de inteligencia: Gina Benett, Cindy Storer, Tracy Walder o Kevin Shaeffer (único superviviente de su departamento tras el ataque en el Pentágono). Fueron, ellos y sus superiores, los que llegaron a una pregunta clave: “La cuestión no es dónde está Bin Laden, sino quién puede estar con él”, y a partir de ahí desenmarañar una red tupida con tres nombres propios. Uno de ellos no contaba con foto. Los soldados estadounidenses habían encontrado una cinta en Tora Bora en la que Bin Laden explicaba el atentado, y apuntaba a la cámara y decía Mukhtar, y daba bendiciones a Mukhtar, y el hijo de Bin Laden también lo llamaba de un lado a otro: “Mukhtar, Mukhtar”. Del círculo estrechísimo de Bin Laden, pero sin rostro. Meses después cayó el primer nombre importante, Abu Zubaydah. Fue encontrado en 2002 en Faisalabad, Pakistán, y herido de gravedad. “Manténganlo vivo”, ordenó la CIA. Interrogado en la cama del hospital, señaló la foto de un muestrario de imágenes. “¿Quién es Mukhtar?”. “Este”, dijo, y señaló a un tipo que hizo que al agente estadounidense le temblase todo. Era Khalid Shaikh Mohammed (KSM), que ya había atentado contra las Torres Gemelas en 1993 y estaba obsesionado con acabar con ellas. Se desconocía que estuviese con Al Qaeda y tan cerca de Bin Laden. “Se me encendió la bombilla y conecté todos los puntos: el 11-S fue obra suya, él fue el ideólogo y arquitecto de los atentados terroristas”, dice a cámara Ali Soufan, agente especial del FBI.

Una imagen de 'Cacería implacabe: Bin Laden'.

Zubaydah, por cierto, fue el primer detenido sometido a tortura autorizada por la CIA, incluyendo waterboarding (ahogamiento simulado). En 2014, el Senado de EE UU reconoció que la información obtenida bajo tortura no fue decisiva y que se sobrestimó su rol en al-Qaeda. Está preso en Guantánamo desde 2006, sin cargos formales ni juicio hasta hoy, 19 años después. El de las torturas en Guantánamo es un asunto del que se habla en el documental y que tuvo consecuencias en forma de dimisiones en algún entrevistado.

La detención de KSM estrechó el círculo (“más por lo que no dijo que por lo que dijo”) hasta el mensajero de Bin Laden. Y surgió la necesidad de Estados Unidos, más allá de drones e imágenes satelitales, de tener a un equipo sobre el terreno. Curiosa vida la de ese hombre, Abu Ahmed al-Kuwaiti, mensajero del líder de Al Qaeda. Sus estrictas medidas de seguridad (quitaba la batería de los móviles al acercarse a Abbatabod, no tenía cuenta corriente, ni identificación) y las medidas de la casa de Bin Laden, en una zona turística de Pakistán, llamaron la atención del equipo de la CIA sobre el terreno. En esa casa no se sacaba la basura, se quemaba, y la tercera planta tenía un muro en lugar de balcón, por tanto, se quedaba sin vistas. Una familia de las tres que vivían allí, no salía nunca. Un hombre subía a la terraza del tejado y caminaba en círculos: fue captado por los satélites y, midiendo su sombra gracias a la posición del sol, estimaron que era una altura parecida a la de Bin Laden. Como uno de esos famosos que cruzan la Gran Vía madrileña con gorra, gafas y mascarilla, también Bin Laden y sus lugartenientes llamaron la atención por su perfección a la hora de esconderse.

Los seals entrenaron durante semanas sin saber si al final actuarían (operación arriesgadísima en un país extranjero que podría incluso declarar una guerra, es una de las mejores partes del documental: política en crudo, incluyendo el secreto máximo de la intervención que casi nadie sabía). Se construyó un complejo exactamente igual al de Bin Laden (cambiando las estancias de dentro, que no conocían) que desmontaban por las noches para evitar llamar la atención, y en el que ensayaban un asalto que casi se va al traste la madrugada del 2 de mayo de 2011, cuando uno de los helicópteros se estrelló (sin víctimas), llamando la atención de tuiteros y vecinos que se presentaron fuera de los muros y a los que se les dijo, conteniéndolos, que eran maniobras del ejército pakistaní.

Robert O’Neill, exmiembro del Navy Seal Team 6 (“había equipo 1, 2 y 3, y a este le llamamos el 6 para desconcertar: ¿dónde estaban los 4 y 5?“), cuenta cómo se encontró cara a cara con Bin Laden y le disparó en la cabeza y el pecho. Pero otro seal, que no sale en el documental, dice que no fue él, y hay discusión al respecto. Estados Unidos nunca ha confirmado el nombre del soldado que mató a Bin Laden.

2.977 personas murieron el 11 de septiembre en Estados Unidos por la acción de 19 terroristas de Al Qaeda.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_