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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todo es ficción: el triunfo de la literatura judicial

Para unos, el auto contra el fiscal general del Estado es una chapuza. Para otros, una obra digna de Cicerón

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.
Sergio del Molino

Quien visite la Feria del Libro de Madrid estos días —si tiene la suerte de encontrar el Retiro abierto, pues están los porteros mareadísimos con tanto abre y cierra la verja— y vea las colas siderales que congregan los instagramers, mientras los mejores escritores de las letras hispánicas apenas asoman la carita en las casetas, puede llevarse la impresión de que la literatura es un anciano que agoniza y no sobrevivirá al próximo golpe de calor. No se dejen llevar por tales apariencias: vivimos una época dorada de la narrativa. La ficción triunfa tanto que ha colonizado hasta el último rincón del mundo, que ya solo existe como cuento. Eso que antes llamábamos realidad se ha rendido al asalto de los fabuladores. Hace tiempo que los hechos son irrelevantes, solo importan el narrador y el punto de vista, como en cualquier novela.

Observen el caso del fiscal general del Estado, por ejemplo. Según quién informe o comente, Álvaro García Ortiz es la víctima de una conspiración judicial o el ejecutor de una conspiración gubernamental. El auto de su procesamiento puede ser también una chapuza grotesca y analfabeta o una obra mayúscula de la jurisprudencia digna de Cicerón. Leo la prensa irado por la habilidad narrativa de unos y de otros: no sospechaba que el Derecho tuviera la elasticidad interpretativa de una novela experimental y de final abierto, pero, visto lo visto, ser juez o fiscal no es un oficio tan alejado de la crítica literaria, incluso mucho más libre.

Ni en las disputas estéticas más agrias he visto yo a dos críticos con visiones tan enfrentadas. Por mucho que se peleen, hay unos mínimos en los que todos están de acuerdo. Por ejemplo, se podrá discutir si Penélope encarna el valor de la resistencia política o el de la sumisión femenina, pero todos los lectores están de acuerdo en que cose y descose. No hay una escuela de críticos que diga que teje, y otra, que juega a la Play Station. La interpretación literaria tiene sus límites. La judicial, ya lo estamos viendo, no. Y esto a lo mejor es un problemilla para todos, pues las novelas no tienen poder, pero las sentencias y las leyes obligan a las personas, no se pueden dejar a medias ni leerse en diagonal.

Quizá no mentía tanto la fontanera Leire Díez cuando se reclamaba escritora en ciernes. Un mundo donde cada cual lee las cosas a su capricho merece una escritora sin escrúpulos y sin miedo a usar cualquier trampa narrativa, por barata y chabacana que sea. Espero verla firmando ejemplares a toda mecha en la próxima feria.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
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