El ataque de Israel a Irán: una apuesta cada vez más peligrosa
La agresión israelí alienta a quienes en Irán ven la bomba como garantía de supervivencia del régimen

Después de dos décadas de amenazas, Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, ha cumplido su deseo de bombardear instalaciones nucleares de Irán. E incluso ha ido más allá al matar a varios científicos y mandos militares, incluido el jefe de la Guardia Revolucionaria. Para muchos, es la crónica de un ataque anunciado. Sin embargo, no era inevitable, como lo prueba que Estados Unidos siguiera intentando alcanzar un acuerdo con Teherán sobre su programa atómico. Y, aunque todavía es pronto para saber cuáles serán las consecuencias de una operación que Israel mantiene abierta, el contexto geopolítico que la ha permitido da algunas pistas de los riesgos. El principal, que impulse justo lo que quería evitar: que la República Islámica vea en la bomba su mejor garantía de supervivencia.
¿Fin de las conversaciones? La cita, la sexta, era este domingo en Omán. A pesar de que en 2018, tras llegar por primera vez a la Casa Blanca, Donald Trump anuló unilateralmente el acuerdo nuclear con Irán alcanzado tres años antes por su predecesor, el Trump 2.0 intentaba alcanzar un nuevo pacto. La envergadura del ataque israelí, muy superior a los dos bombardeos del año pasado, cuestiona la continuidad de ese proceso, pero sobre todo su utilidad para el régimen iraní. Si Israel ha presentado su operación como una última oportunidad ante la aceleración del proyecto iraní, en la República Islámica la agresión da alas a los sectores más reacios a renunciar a él. Su argumento: que si tuvieran armas atómicas (un objetivo que Teherán siempre ha negado), Israel no hubiera osado atacarles.
¿Un modelo aceptado? Estados Unidos se ha apresurado a precisar que ha sido una “acción unilateral” de Israel (aunque estaba al tanto, como lo prueba la evacuación previa del personal no esencial en Oriente Próximo, y el secretario de Estado, Marco Rubio, la ha justificado). Pero a pesar de la oposición previa a un ataque por parte de Trump, su forma de gobernar al margen de las normas internacionales parece haber envalentonado a Netanyahu. La duda ahora es si este tomarse la justicia por su mano va a convertirse en un modelo para otros dirigentes.
¿Cambio en las relaciones con los vecinos árabes? Arabia Saudí, el gran rival de Irán en la región, ha sido el primero en condenar el ataque y sin duda sus gobernantes, como el resto de Oriente Próximo, temen las consecuencias de lo que pueda venir. Pero la realidad es que el acercamiento de los dos últimos años buscaba apaciguar a un régimen que desde la revolución de 1979 han percibido como desestabilizador, más que ser resultado de una verdadera mejora de las relaciones. Aunque no lo dirán en público, muchos celebrarán el debilitamiento de la República Islámica. Tampoco van a lamentarlo los iraquíes, libaneses, sirios o yemeníes que han sufrido los abusos de los grupos financiados por Irán en sus países.
¿Preludio de Tercera Guerra Mundial? Las crisis de Oriente Próximo, en especial cuando implican a Irán e Israel, tienden a desatar análisis apocalípticos. En realidad, la operación israelí contra su némesis se inició el año pasado cuando minó tanto sus defensas antiaéreas como el arsenal de su aliado Hezbolá en Líbano. De ahí, su reducida capacidad de respuesta militar actual. Además, Teherán carece de alianzas estatales. Incluso Rusia, con quien mantiene acuerdos de defensa y seguridad, es improbable que venga en su ayuda a la vista de lo ocurrido en Siria el año pasado. (El recién firmado Tratado de Asociación Estratégica no incluye un compromiso de defensa mutua). Eso no significa que el régimen iraní no busque venganza, como ha prometido en un mensaje de texto a los móviles de sus ciudadanos.
Radiación, petróleo y Bolsas. De momento, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) no ha detectado un aumento de la radiación en las instalaciones de Natanz, cuyo bombardeo ha sido confirmado. Pero el nerviosismo ya ha impulsado la subida del barril de crudo y la caída de las Bolsas europeas.
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